viernes, 13 de abril de 2018

Vicente Gerbasi: Poeta del Resplandor



I

“El deber de nosotros los poetas es restituirle ese valor mágico”
Vicente Gerbasi


La poesía de Vicente Gerbasi resalta el "realismo mágico" con rasgos acentuados en la vivencia, muy propios dentro de la presencia de lo humano en el paisaje, nunca antes sentido en nuestra literatura del siglo XX, logrando una mirada cósmica universal en el quehacer poético; esto, se puede palpar por el hallazgo en la lectura del rayo cruzando sombra, profunda llenando comunicados con las entidades sobre tornasoles, recorriendo memorial escrito, sólo dando un abrigo esbozo de unos de sus libros inmortal de la literatura venezolana: Mi padre el inmigrante, poemario de treinta estrofas muy bien hiladas hacia el homenaje al padre, realzando a Canoabo, pueblo rodeado de montañas, de signos maravillosos, misterio dando luz y temple a través de su palabra, por donde se respira la fusión, la mezcla de cultura vadeando el vinculado asombro alojado en las imágenes sostenidas desde la niñez y a su vez se percibe una poesía cercando lo metafísico.


Casa natal de Vicente Gerbasi en Canoabo. Fotografía del año 2011.Imagen tomada de Vicente Gerbasi.


“Venimos de la noche y hacia la noche vamos”: así inicia Vicente Gerbasi este inmortal poema cuando lo supremo e irreversible se encuentran como un preclaro dibujo por su espontaneidad deslumbrante: lo filosófico, la eterna búsqueda de los paradigmas de lo humano junto a la vivencia dando paso a la modernidad con presencia perdurable, estéticas hispánicas, como prolongación de una tradición ya escrita; sin embargo, Vicente Gerbasi la enriquece desde su propio terreno donde la natura habita con lo íntimo vivido desde la infancia, despertando la llama del relámpago entre el pálpito encuentro con lo latente inesperado por los atajos del retorno a la aldea de Canoabo, reflejando el padreser-hombre “engendrador de vida, engendrador de muerte”, con su perspectiva sideral que bautiza el paisaje en un ente mítico hasta místico:




Mi Padre el inmigrante. Imagen tomada de ARMANDO ANTONIO IACHINI


XI
Por ti sé que el remo que regresa del horizonte,
y el hacha que al contacto del árbol
llena de resonancia el día,
y el martillo que aplasta el hierro
y lo moldea como una llama densa,
y la mano que amasa el barro, para la vivienda,
y amasa la harina para los hijos,
y para los hijos de nuestros hijos,
y el escalpelo que transmite sangre a la piedra,
elevando su suave gesto en la penumbra,
y la frente inclinada sobre la maravilla,
hacen la conclusión de la jornada.
Por ti sé que el paso de cada uno es solitario,
como un recuerdo, como un instante,
como la muerte de cada uno.
Por ti sé que el amigo es sagrado,
y que más vale un árbol con frutos
que brillantes monedas de oro.
Pero aquí estoy debatiéndome con sangre, imagen y lamento,
recogido en mi gesto como habitante que sale de la noche.
Por ti me alejo de las ruedas del lujo,
de la serpiente de oro, de la araña de cristal pulido,
de la cortina de azules mariposas.
La tierra nos reclama más cerca de sí misma,
más cerca del sueño en que la vemos.
Ráfagas solitarias se acercan a mi frente,
donde la noche mora temblando en los jazmines.
Fugaces resplandores pasan entre mis huesos,
mientras voy escuchando mis pasos en el polvo.
Avanzo, clamo, caigo, y yo mismo levanto
mi cuerpo abandonado.
Agítanse las sombras al golpe de la sangre,
con el trueno que enluta barrancos y montañas,
y en la humedad enciende cuchillos, ojos, cuerpo
y manos que socavan la soledad oscura.
Camino por escombros, recojo un niño herido
que interminablemente llama hacia las paredes.
Busco un pan, me persiguen
y mis rodillas sangran por largas madrugadas.
Padre de mis huellas,
padre de mi tristeza nocturna.
Y de mi poesía.


Vicente Gerbasi a los 10 años. Imagen tomada de Vicente Gerbasi


Las imágenes crean el espacio con su propio galope para atrapar el enigma incesante en el mismo espacio por la visión del niño, el mismo que va lleno de misterios penetrando en cada palabra -imagen- reconociéndose por la seducción del regreso de un ser que rompe y teje mundos reales y los mitifica en el instante con una sola pincelada onírica tan esencial, como real por el mismo misterio de cada símbolo guardado en el rocío sensorial, avivando a la misma natura con acento íntegro; único génesis de la poesía venezolana hacia lo universal de las letras, inmortalizando el brillo sentido por el goce de la luz que nos lleva a cabalgar con un ritmo muy propio en su poética originando encanto, la montaña desde el río intrínseco del verso:

XIV
Áspero cuero de tigre,
estrellada lentitud de arqueado lomo,
fuerte cabeza insomne,
dientes detenidos en la sombra.
El viento vegetal lame las peñas,
húmedas lumbres vagan por el río,
y tensos pasos hunden
las flores de la noche en la memoria.


Canoabo, Estado Carabobo 1917.De derecha a izquierda Juan Bautista Gerbasi con Vicente, Ana María Federico de Gerbasi con Ketty y en brazos, Modesta. Imagen tomada de Vicente Gerbasi.


Muchas lecturas y escritos se han enfocado en lo contemporáneo de “Mi padre el inmigrante”. Siento que es volver a recorrer los caminos muy marcados de Gerbasi, es volver a nacer desde la memoria del padre con su espada llena de luz, signo a su vez de la extensión de la palabra, asumiéndola por toda su poesía al enfrentarnos a la realidad humana, volver a ser humano, volver al eje de la poesía: la infancia con sus tesoros y sombras alucinantes que todos poseemos; volver a la conciencia de la misma poesía dentro del relámpago cuando destellan las puertas sobre los arcos siempre de obertura, volviéndolos “cuerpos de arte” superando todas sus fuentes sin oponerte a su raíz. La palabra va junto a la firmeza del signo, regenerando visiones que sólo el mismo Gerbasi puede clarearnos:

Yo considero que mi padre el Inmigrante, es un poema vivencial, existencial, Lo escribí a los 28 años, para esa época leía mucha filosofía…. En el libro se nota el  contenido filosófico, especialmente, no a la manera de Sartre, sino a la de Heidegger y Rilke.1




XIX

Arden puertas oscuras hacia el fondo
de los muros solitarios,
hacia la escala antigua de Jacob.
Resbalan las maderas, los metales,
cayendo en las tinieblas como lenguas,
en la sangre que hierve,
hacia rostros oscuros,
y aquí, junto a mi alma,
se abren flores azules
en medio al resplandor.
Detrás están las llamas saliendo de la madera,
detrás están los vientos de las constelaciones.
Una espada, una espada, una espada que brilla
derriba un árbol negro.
Ahí va como un río el mármol por la noche,
y resuenan las voces
de las almas que llegan al panteón nocturno.


Vicente Gerbasi, Oscar Guaramato y Humbert Bártoli, Caracas, 1952. Imagen tomada de Vicente Gerbasi.

Si entramos con la magia de la poesía a su imaginable núcleo para reconocer el manto que frotamos por tierra, desgranando ámbitos que nos levanta el día fuera del hechizo de la noche, cuando nos anuda a la sacra alianza de este oficio de ser poeta marcado por una región hacia otras perennes fronteras. Este es el caso de Gerbasi parte de la médula sensible transparente y nos lleva por estelas universales, con el canto que temporiza a la poesía, reluciendo con la palabra que pueblan labios. Asimismo, es alma investigativa, necesario paso para entrar hacia los otros edenes como propios: “Es un perpetuo recomienzo y un continuo regreso” como lo acentúa Octavio Paz. Entonces, “venimos de la noche y hacia la noche vamos”, el círculo poético cierra y abre con este magistral verso, este diálogo con el lector que ofrenda la reflexión de la nada siendo vasija árbol frente al espejo mordiendo lo redondo del verbo.


Almuerzo el Grupo Viernes,Restaurante Roma,en la Esq.de la Bolsa,13 de octubre de 1939.Imagen tomada de Vicente Gerbasi

II

“Un poema es necesariamente un objeto de arte.”
Vicente Gerbasi


Escribir de un poeta como Vicente Gerbasi, siempre será un espiral reto, un sentir el respiro del asombro en toda su obra literaria, que va más allá de los horizontes y abre, desnuda el testimonio ojo de la poesía universal como el alquimista que bebe de la esencia de lo real cuando afronta la unidad de un lenguaje trascendental con acercamientos hacia el vigor del trópico, de la naturaleza, lo mítico y lo intrínseco creativo, asumiendo lo ecológico: círculo por tierra compartiendo su híbrido hábitat con centelleo desde la infancia por donde hormiguea la metamorfosis junto al río metafórico con pertenencia única en su palabra escrita, siendo parte del espejo en legado y prodigios poéticos surrealistas desde su humana acuarela con estampo de vida.



Vicente Gerbasi y familia, Caracas 1952


Por otra parte, su visión cósmica del lenguaje, su labranza, la creación y la transmutación dentro del poema dándole nuevas visiones pensando en el lector y como lector, porque Vicente Gerbasi nos da “esa chispa creadora” sin despojar la poesía de lo infinito del arte vivencial:

El poeta luego tiene otro trabajo que consiste en cómo saber modelar como en una arcilla el lenguaje y eso se adquiere a través de muchas lecturas, de conversaciones. 


Vicente Gerbasi recibiendo el Doctorado honoris causa de la Universidad de Carabobo en 1983.Imagen tomada de Vicente Gerbasi


Meditación profunda de cada quien.

El ser con sentido de lo externo hacia esa meditación profunda, sensorialmente atado al y su “valor mágico” en el idioma sellando este encuentro con lo mágico de la luz: memoria de agudo cauce de un gran observador del humano ecosistema, como lo es Vicente Gerbasi, poeta mayor, fecundo en el arte de Hispanoamérica, más allá de las fronteras por la traducciones de sus obras. 


Vicente Gerbasi y Gabriel García Márquez 

Mas, su valor cumbre lo sentimos en su fibra de existencial cuerpo, castizo, y sólo me queda, el dejo de esta honesta mudez, por lo dejado en este viaje cuando me concierto al hilo siendo tejido del deleite por ser una recurrente lectora de la obra poética de Vicente Gerbasi y Abrigo Esbozo, sólo un resaltar su palabra siendo el mago resplandor tallando con madera propia su palabra hasta y después de Los oriundos del paraíso

Los oriundos del Paraíso
inventaron las orquídeas
que mueven el silencio de las horas.
Los oriundos del Paraíso
hicieron de un rubí
el ave que nos acostumbra
a la tristeza
del Orinoco sombrío.
Los oriundos del Paraíso
lanzaron
las más bellas mariposas
que vuelan entre las ramas
de los viejos cafetales de Canoabo.
¿y qué es Canoabo? ¿Quiénes lo hicieron?
Lo hicieron los oriundos del Paraíso.
Allá donde toda la vastedad
suena en los montes.

De Los oriundos del Paraíso (1994)


Vicente Gerbasi.Imagen tomada de Vicente Gerbasi







A continuación podrán escuchar el Canto I de Mi Padre el inmigrante recitado por Vicente Gerbasi:







Fragmentos de una entrevista a Vicente Gerbasi. “Revista poesía”, 62/63 (1984), U.C

2 Fragmentos de una entrevista a Vicente Gerbasi. “Revista poesía”, 62/63 (1984), U.C


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Milagro Haack, poetisa, ensayista, artista corporal y visual. Se desempeña activamente como promotora cultural. Nació en Valencia, Estado Carabobo, Venezuela, el 29 de noviembre de 1954.  Miembro del Círculo de Escritores de Venezuela. Noviembre 2007. Actualmente, reside en Valencia y dirige un Taller permanente de Diálogos de Literatura y Orientación Poética “El Retorno a lo Humano”. Se dedica a la trascripción y corrección.

Libros publicados:

 “Temple Ajeno”. 1990. “Puertas que no me Pertenecen”. 1991 (Mención Honorífica Bienal Latinoamericana José Rafael Pocaterra 1987–1988). “Luto de otra Boca”. 1992. “Cuarto de Ceniza”. 1994. “Antología Poética”, “La rama bifurcada”, Poetas del Estado Carabobo. 1986-1994. “Cuadernos Cabriales N° 54”, editado por el Ateneo de Valencia. “Cenizas de Espera” 2003. “Cinco mañanas juntas” 2003 “Lo callado del silencio” (2004). Antología de Escritores del Estado Carabobo: "Palabras de Anunciación y de otras Adyacencias" (2007). Escritoras venezolanas ante la Crítica. IV antología de la Asociación de Escritores de Mérida. Venezuela. Fondo Editorial Ramón Palomares. 2008.


Actualizada el 07/11/2022

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