viernes, 3 de mayo de 2013

Leer en Venezuela ahora cuesta el triple.

La devaluación del bolivar fuerte perjudica al sector del libro





DANIEL FERMÍN |  EL UNIVERSAL

lunes 1 de abril de 2013 



Dos de las novelas de Mo Yan, premio Nobel de Literatura, ya están en librerías locales. Llegaron cinco meses después de haber obtenido el galardón. El precio de cada una: Bs.695. El salario mínomo en Venezuela es de Bs  2047, es decir que el libro de Mo Yan equivale al 34% del salario mínimo. En mayo el salario mínimo será llevado a Bs 2456,4 y el precio de este libro equivaldría al 28, 30 % del salario minimo. La última obra de María Dueñas, publicada en España en septiembre del año pasado, apenas ahora está a la venta en suelo nacional. Cada ejemplar cuesta Bs.240. Altos costos, novedades retrasadas, libros que no llegan. El mercado editorial venezolano, herido desde hace años, también sufre los efectos de la devaluación de la moneda. 




El aumento de la tasa de cambio, anunciado el 8 de febrero, perjudica a toda la industria: desde al lector ocasional hasta a las grandes empresas editoriales, sin olvidar a librerías. "La subida afecta negativa y escandalosamente la estructura de costos de las librerías (...) Por un libro cuyo precio de venta sugerido era de Bs. 90, ahora el lector tendrá que pagar Bs. 270. Estamos hablando de un 200%. Y los proveedores sostienen que están perdiendo con ese aumento", dijo Alexis Romero, librero de Templo Interno, que está ubicada en Centro Plaza. 





La dificultad para importar los títulos con el dólar oficial obliga a muchos distribuidores a recurrir a ofertas paralelas. La literatura en Venezuela también es un mercado negro. "Lo cierto es que el libro no tiene protección como bien básico y desde hace años existe una merma de importación, que se traduce en aislamiento con respecto a novedades literarias. Este año la escasez se hará sentir más y es probable que cierren distribuidoras ante la imposibilidad de traer mercancía, por ausencia de mecanismos legales para hacerlo, ante la negativa del dólar oficial y el recrudecimiento de trabas aduanales", dijo Andrés Boersner, de la Librería Noctua.


La distribución de libros no es la única área perjudicada; los grupos editoriales tampoco están exentos de la medida. Publicar ahora sale más caro. "Los insumos que utiliza la industria gráfica, son, en su enorme mayoría, importados. Por lo tanto el aumento es inevitable. (...) El precio de los libros irá aumentando progresivamente en la medida que imprimamos nuevos títulos o se hagan reimpresiones de títulos existentes. Aunque en los cálculos del precio de un libro entran otras variables en juego, el costo de impresión es fundamental", agregó el editor Ulises Milla, director del Grupo Alfa.

El incremento final depende de los costos de producción. El papel, claro está, también está en la lista de los materiales que aumentó en estos días. "Últimamente se han reducido los productos que pueden traerse con dólar preferencial (...) Al aumentar el dólar, aumentan los productos importados. Y el papel que utilizamos para imprimir los libros no se produce en Venezuela, sino en Finlandia, Colombia o Brasil", dijo Mariana Marczuk, directora de Planeta en el país.

La eliminación del Sistema de Transacciones con Títulos en Moneda Extranjera (Sitme) -reemplazado por el Sistema Complementario de Administración de Divisas (Sicad)- tuvo sus consecuencias en la ya mermada industria editorial. Muchos esperan por el funcionamiento del mecanismo anunciado hace poco por el Estado. "El Sitme era una vía que utilizaba parte del sector para traer materia prima. Hasta que no se establezca el nuevo sistema, eso está paralizado. Hay escasez de materia prima para poder producir, para imprimir (...) Lo que está haciendo Planeta Venezolana es imprimir en el país, pero muchas editoriales están detenidas. Y aunque esta estrategia es buena, nos reduce la oferta de catálogo", agregó la ex directora del grupo Santillana en Venezuela. Así, el sector ya empezó a sentir en el bolsillo -y la oferta- el impacto de la devaluación. 


 dfermin@eluniversal.com


Tomado de El Universal




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